A primera vista, los precios enamoran
Si alguna vez navegaste por tiendas chinas como AliExpress o Giztop, probablemente te encontraste con precios que parecen irreales comparados con los de España. Modelos de gama alta como los Xiaomi 14 Ultra o los Honor Magic6 Pro se venden allí con configuraciones que incluso superan a las versiones europeas y, aún así, cuestan bastante menos. Las diferencias llegan fácilmente a los 200 o incluso 300 euros, lo que para muchos representa una ganga difícil de ignorar.
Este fenómeno no es nuevo. Las marcas chinas suelen lanzar sus modelos primero en el mercado local, donde ofrecen la mejor versión posible: más RAM, mayor almacenamiento, cámaras mejoradas y baterías más potentes. Cuando esos mismos modelos llegan al mercado global, a menudo lo hacen recortados o más caros por los costes de adaptación, impuestos y logística. Por ejemplo, un móvil que en China cuesta 700 euros podría venderse por más de 1000 euros en España.
Para los que buscan lo último en tecnología al mejor precio, importar un dispositivo directamente desde China suena como la jugada perfecta. Pero esa jugada tiene sus riesgos, y no son pocos.
Las diferencias van más allá del precio
Aunque estéticamente sean el mismo modelo, los móviles chinos y los europeos no son exactamente iguales. Una de las diferencias más notables está en el software. Muchas marcas utilizan interfaces diferentes según el mercado. Vivo, por ejemplo, usa OriginOS en China y FuntouchOS en Europa. Esa variación no es solo un cambio de nombre: afecta directamente a la experiencia de usuario, las opciones de personalización, la compatibilidad con apps occidentales y hasta el idioma, ya que algunas capas chinas no están completamente traducidas.
También hay variaciones de hardware. En muchos casos, los móviles chinos tienen mejores baterías. Literal. Las versiones globales pueden llegar con menos capacidad para adaptarse a las regulaciones europeas o para reducir costes. Y ni hablar del cargador: en China, aún viene en la caja; en Europa, ya sabes que muchas veces se vende aparte.
Otro problema es que los móviles comprados fuera de la Unión Europea no tienen las certificaciones necesarias para funcionar al 100% con todas las redes del viejo continente. Esto significa que podrías tener problemas con el 4G o el 5G, o incluso notar una calidad de llamada inferior si tu móvil no soporta ciertas bandas que operan en España.
Servicios que podrías perder (o ni siquiera tener)
Aunque parezca exagerado, comprar un móvil desde China puede significar que algunas funciones no estén disponibles o directamente no funcionen. Es común encontrar problemas con los pagos móviles por NFC, ya que muchos modelos no traen activado Google Pay o incluso no son compatibles con él. Y si usas Netflix o Prime Video, prepárate: la compatibilidad con Widevine L1 —el sistema que permite ver contenido en HD o Full HD— muchas veces no está presente en las versiones chinas, por lo que te quedarás con calidad SD.
Tampoco es raro que los móviles importados tengan bootloaders bloqueados o dificultades para instalar ROMs globales. Esto limita aún más su uso si no sos un usuario avanzado dispuesto a meter mano en el sistema. Y si bien se puede cambiar la ROM en algunos casos, hacerlo mal puede brickear el teléfono, y en ese caso perdiste tu dinero.
¿Y la privacidad, pa’ cuándo?
Uno de los puntos que más preocupa es la privacidad. Diversos estudios han demostrado que algunos móviles vendidos exclusivamente en China recogen datos personales sin el consentimiento claro del usuario. Hablamos de localización GPS, historial de llamadas, uso de aplicaciones y hasta información del dispositivo que se envía a servidores en territorio chino.
Esto, en mercados como el europeo, sería un escándalo y motivo de sanciones. Pero al importar un modelo no certificado, te salís del marco de protección que ofrecen las normativas locales. Nadie puede asegurarte cómo se tratarán tus datos, y si algo sale mal, no hay servicio técnico oficial que te respalde.
El SAT y los impuestos no perdonan
Más allá del precio del dispositivo, hay que tener en cuenta los gastos adicionales que surgen al importar desde China. Dependiendo del valor declarado, podrías tener que pagar IVA, aranceles y costes de gestión aduanera. Esto puede inflar el precio final del dispositivo mucho más de lo que pensabas ahorrar.
Y en caso de que tengas que tramitar una devolución por garantía, prepárate para pagar el envío de vuelta a China, con el riesgo de que el paquete se pierda o nunca sea aceptado por el vendedor. Algunas tiendas prometen garantía internacional, pero muchas veces es una promesa vacía o requiere trámites tan complicados que prefieres dejarlo por la paz.